NUESTROS DIARIOS “Notre-Dame”. Teruel: Castillo de Cutanda.
…Y tu eclipse será como el luto
que diga a las gentes
el dolor que su muerte les causa…
Avempace 1080-1138
No es un incendio, porque el fuego apenas habría tenido qué quemar. La destrucción repentina y el componente simbólico de la catedral parisina ha causado la conmoción de una llamada universal y ha puesto sobre la mesa muchos más elementos de reflexión que los de las imágenes: Francia y la humanidad perdiendo un trozo del trabajo hecho belleza manual. Un trozo de HISTORIA.
Pues bien, ALERTA: eso mismo está pasando diariamente en nuestro territorio, solo que la destrucción no son las llamas: Es la desidia institucional.
La pérdida, por mucho más cercana y humilde debiera estar conmoviendo mucho, muchísimo más la conciencia y cerebros de nuestras administraciones democráticas. Hoy, entre todas esas pérdidas de elegía, sin olvidar el eco de ninguna, por haber resonado más al alma mía, la mano de mi rabia escoge una: el CASTILLO DE CUTANDA.
El ejemplo de la ciudadanía debiera haber resonado en el alma administrativa como un toque de campanas a rebato para actuar de forma inmediata y veloz -no como lo han hecho- cuando, hace más de un año los vecinos de este pequeño pueblo turolense, solo ELLOS, los vecinos, ante el alarmante estado de abandono en que la Administración tenía los restos del castillo histórico -cuya construcción original fue anterior a la de Notre-Dame- instaron al Ministerio de Hacienda la conservación, consolidación y restauración de un Bien cuyo DUEÑO -de éste y los demás castillos-, por lo menos desde 1949 es el Estado (Decreto de 22 de abril, BOE 5 de mayo 1949) y sigue siéndolo.
Antes de dirigirse al Ministerio, los vecinos comprobaron la idoneidad del destinatario: En efecto la propiedad había pasado al Estado democrático que, según Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, los había considerado BIC (Bien de Interés Cultural) y asímismo la Ley 3/1999 del Patrimonio Cultural de Aragón, los declaraba como tal apareciendo el de Curanda en la relación de castillos aragoneses (Orden de 17 de abril, 2006, BOA 22 de mayo 2006, p. 6932)
Ante el aviso “de los paisanos de aquel municipio perdido cuyo nombre…”, el correspondiente funcionario de la más alta instancia estatal tomó una ÚNICA simple medida reglamentaria de rutina: vallar el recinto del castillo para evitar desgracias personales por desprendimiento de piedras. Ningún compromiso ni actuación más (Véase Diario de Teruel, 28 de marzo 2019, p. 19)
La decepción fue mayúscula. Ahora bien ¿Por qué ninguna voz, salvo la de los ciudadanos, se ha levantado desde las diversas instituciones aragonesas uniéndose a la reivindicación de los vecinos? Porque en la lucha contra la despoblación que mueve este trozo de España vaciada de la provincia de Teruel, el gobierno Autónomo debería abanderar las iniciativas vecinales ¿o no? ¿Qué lo impide?
Fuente: Diario de Teruel.
Los habitantes del Jiloca sí han comprendido desde hace tiempo que la conservación y el respeto al Patrimonio Cultural es mucho más que un número y un nombre en un listado. Ellos no consideran el territorio de su comarca como “espacio perdido sin futuro”, no miran el Patrimonio Cultural solo desde el punto de vista comercial como “producto económico” sino como los trozos de vida de sus antepasados en cada calle, casa, edificio y paisaje a través del que se mantienen unidos a su historia familiar e identificados como grupo: esos son los lazos culturales. Y ahí el Patrimonio se convierte en fuente de empleo con alternativas sostenibles y diversificadas para vivir dignamente ellos y/o sus hijos en comunidades más humanizadas y gratificantes.
En la Comarca del Jiloca, tanto los vecindarios estables como los desgraciadamente obligados a la emigración desde 1960 al presente, han permanecido y permanecen unidos a su tierra de origen y atentos a sus vicisitudes. Saben que sus antecesores no dejaron por gusto los pueblos. Llevan años trabajando callada y concienzudamente sobre la comarca, haciendo proyectos sólidamente planteados a varios niveles con los que demuestran saber lo que quieren para el desarrollo global del territorio. El suyo es la apuesta de la ciudadanía y sus Asociaciones al margen de intereses partidistas que prometen y olvidan, ponen y quitan peones.
Cuando la escasa población de una comarca, respalda a los vecinos de Cutanda que centran en un elemento del Patrimonio sus ideas con la esperanza de impulsar al pueblo hacia adelante, hay un valor añadido esencial y fundamental: la pasión hecha trabajo, la unión de saberes particulares, la capacidad de equipo del que se va y vuelve para aportar lo conocido fuera contextualizándolo a su entorno y vivir.
Si no encuentran la respuesta que deberían obtener de la administración, si tienen que lanzarse en solitario a pedir firmas por las redes sociales y han de acudir a los medios de comunicación para exponer la situación de un BIC en el que ven, además, un instrumento de posible futuro, si el silencio junto a la pasividad administrativa pueden más que tanto instrumento, las máquinas institucionales de aquí y allá suenan huecas, despectivas, sin sentido ni razón de ser y todos sus aparatos a despilfarro del erario.
Y esa re-vuelta, se hace revuelta razonada y coherente con la Ley en la mano por el bien común frente a la desidia de unos incalificables poderes públicos.
Habrá que exigir y hacer valer las obligaciones contraídas por España al ratificar el Convenio de Faro (25/10/2005 Tratado del Consejo de Europa nº 199: Convenio Marco del Consejo de Europa sobre el valor del Patrimonio Cultural para la sociedad)
La defensa del Patrimonio Cultural es parte de la lucha contra la despoblación en la España vaciada y ahora, Cutanda un símbolo al que apoyar con la fuerza de la razón.
APUDEPA, 22 de abril del 2018