Lo que algunos no ven. A la izquierda, la pieza en el MNAC tras haber comenzado el misterioso proceso de degradación (foto informe 25/2010 de la Sindicatura de Comptes de Catalunya, p. 62). A la derecha, la pieza tal y como el MNAC la entregó a Sijena (foto CB).

Estos días estamos siendo testigos de un poltergeist del periodismo que nos tiene estupefactos. No es que al periodismo no le conozcamos miserias, que las tiene. Heraldo de Aragón, El Periódico de Aragón y Aragón Televisión, por ejemplo, han servido descaradamente los intereses de la propiedad en el caso Averly, y los periodistas encargados han escrito en ocasiones (recordamos alguna pieza de David López, por ejemplo), piezas infumables. Ellos sabrán (los periodistas) si les compensa no hacer periodismo sino comunicación corporativa. A las empresas de comunicación no dudamos de que sí. (A nosotros publicar esto quizá no…).

Pero el poltergeist periodístico en esta ocasión no tiene que ver con Averly ni con la prensa aragonesa, sino con Sijena y la prensa catalana. Oigan este escalofriante caso y a ver qué opinan. María Palau publicó la noche del 3 al 4 de febrero de este año un artículo titulado El gran desgavell de Sixena en el que se hace eco de la complejidad del conflicto de Sijena en lo relativo a las pinturas murales, se llama la atención sobre la existencia de las pinturas profanas, y se justifica al museo en lo relativo a las pinturas de la iglesia. Hasta aquí podría no pasar nada. Un artículo sobre un tema interesante bajo la óptica de un medio ultranacionalista (dicho sea sin intención de molestar a nadie. El Punt Avui nos parece tan nacionalista como el ABC o La Razón, que no son precisamente internacionalistas). La cuestión es que esa misma noche (algo antes, según las horas que aparecen en la web) otra periodista que tiene un nombre diferente (Natalia Farré), trabaja para un medio diferente (El Periódico de Catalunya) y aparentemente es otra persona (¿alguien ha visto juntas a María Palau y Natalia Farré? ¿casualidad? no lo creo [broma]) publicó inmediatamente otro artículo igual, con los mismos temas, los mismos enfoques y las mismas fuentes, titulado Repintant Sixena. Para colmo, la foto de portada era la misma, una imagen de las pinturas del juicio final del coro, se supone que cedida por el MNAC (pista).

Bueno, pensamos, un caso más. Un poco descarado, un poco poco digno, pero de alguna manera explicable por el interés de los medios por posicionarse en un asunto que está adquiriendo importancia. ¡Pero atención! Ayer, las dos mismas periodistas (aparentemente dos personas diferentes) publicaron en sus medios (aparentemente dos medios diferentes), otros dos artículos… ¡exactamente iguales! Quien lea Sixena de cap per avall y Sixena exhibeix les seves carències comprenderá fácilmente que no es posible la casualidad en este caso. Son los mismos temas, con las mismas fuentes. Y sorpresa: la autora de las fotos es Trinitat Sans, la misma persona en ambos casos. ¿Cómo se explican este poltergeist periodístico? Si Maria Palau y Natalia Farré no son la misma persona, ¿están acaso unidas por algún tipo de telepatía? Les hemos pedido por twitter a una y a otra que arrojen luz sobre este misterio que nos tiene acongojados, pero por ahora guardan silencio. Seguiremos insistiendo.

Pero vayamos al fondo del asunto: la prensa catalana ha decidido emprender una campaña para defender la postura de la Generalitat, de la misma manera que Heraldo y Diario del Altoaragón defienden la de la Diputación General. Es verdad que de todos, pero sobre todo de El País, que trata el tema a través de José Ángel Montañés, uno esperaría un mayor grado de objetividad. Uno de los aspectos que se han convertido ahora en central es la capacidad del monasterio de Sijena de conservar los bienes. Para ello, no solamente se cuestiona el acondicionamiento de la sala capitular sino también el de los dormitorios. El conjunto de argumentos ofrecidos puede resumirse en los siguientes puntos:

  1. No está instalado en la sala capitular el sistema definitivo de climatización.

  2. En los dormitorios no se exhiben todas las obras (Natalia Farré reconoce que en todo caso se pueden ver más que las que se veían en Barcelona).

  3. Un fragmento de pinturas murales está colgado al revés.

  4. El aparato de climatización estropea la vista de la puerta mudéjar.

  5. El aparato de climatización pone en riesgo la integridad de la puerta mudéjar por su cercanía.

  6. Hay “tierra natural” en el perímetro de la sala.

  7. La sala no es accesible para discapacitados.

  8. Uno tiene que estar en silencio porque hay clausura.

  9. Muchas estanterías están vacías.

  10. Hay estanterías que contienen materiales de diferente tipo.

  11. No hay un elemento neutro entre el objeto y el soporte.

  12. Hay focos potentes que iluminan las piezas y que, aunque se apaguen, pueden dañar las piezas.

  13. No se puede acceder a la palmera de Sijena.

  14. El claustro está ruinoso.

  15. El estado del claustro es fruto de los diversos intentos por drenarlo. A veces se inunda, lo que puede dañar las pinturas sala capitular.

  16. En la sala capitular se ha utilizado el hormigón, “un atentado en toda regla contra los murales”.

Veamos estas consideraciones, que como amantes del patrimonio nos interesan y nos preocupan. Dejemos sentado algo primero: El Gobierno de Aragón ha decidido abrir la sala a los medios y a los visitantes y eso le honra. No era estratégicamente la decisión más acertada. Estratégicamente es probable que fuera más acertada la ocultación. Es lo que hace el MNAC con sus obras y archivos, que en lo relacionado con Sijena está cerrado para los investigadores. Algo grave e irregular en un archivo público que no parece preocupar ni a Maria Palau, ni a Natalia Farré ni a José Ángel Montañés. El Gobierno de Aragón ha decidido mostrar las obras como si de la reserva de un museo se tratase, es decir, sin discurso expositivo (que, eso sí, ofrece la guía) ni montaje. Se trata, en todo caso, y así se ha explicado, de una conservación provisional. Dejemos sentada otra cosa: a nosotros no nos ha gustado la visita en lo referido a la museografía. No todos los bienes pueden verse bien y no hubiese estado de más un poco de mayor atención en la presentación de la sala. Otra advertencia: quizá a alguien le escandalice que no demos respuesta a algunos puntos, pero es que no somos expertos en todo y lo que no sabemos, no lo afirmamos. Cuando consultemos con calma a los correspondientes expertos, podremos pronunciarnos. Dicho todo esto, vamos punto por punto:

  1. No está instalado en la sala capitular el sistema definitivo de climatización.

El Gobierno de Aragón ha explicado que existe un sistema provisional que se sustituirá por otro definitivo cuando vayan a llegar las obras. Hay que tener en cuenta que no se prevé que lleguen pronto. En todo caso, convendría que el Gobierno de Aragón, a la mayor brevedad, proceda a la instalación del sistema definitivo. Desconocemos si la sucesión de los sistemas provisional-definitivo puede sustituir igual de correctamente a uno definitivo de inicio. Deben ser los conservadores quienes opinen. Nos gustaría que se formase un comité de expertos exclusivamente técnico para abordar esta y otras cuestiones en relación con la sala capitular.

  1. En los dormitorios no se exhiben todas las obras (Natalia Farré reconoce que en todo caso se pueden ver más que las que se veían en Barcelona).

Se trata de una exposición temporal y no le vemos la más mínima importancia, en la medida, además, en que las obras principales están a la vista. Efectivamente, donde no se podían ver de ninguna manera era en el MNAC.

  1. Un fragmento de pinturas murales está colgado al revés.

Este caso es el más divertido. Resulta que el fragmento que está al revés (que es tan fragmentario, valga la redundancia, que incluso cuesta identificar el motivo) está al revés porque fue el MNAC quien decidió su conservación al revés, de manera que anotó sobre el soporte y sobre la propia pieza el número de inventario que lo identifica. Que el MNAC ponga al revés los números en las piezas no le preocupa nada a María Palau o a Natalia Farré. Hay que reconocer que a nosotros tampoco. Claro que, en una exposición definitiva, al fragmento se le da la vuelta y punto.

  1. El aparato de climatización estropea la vista de la puerta mudéjar.

No le damos la más mínima importancia.

  1. El aparato de climatización pone en riesgo la integridad de la puerta mudéjar por su cercanía.

Desconocemos las circunstancias que rodean este punto. Si no es correcta esta cercanía, el Gobierno de Aragón debería tomar medidas. En todo caso se trataría de algo grave y preocupante en una instalación definitiva, no en una instalación provisional.

  1. Hay “tierra natural” en el perímetro de la sala.

Tendríamos que volver a Sijena para comprobarlo, pero lo que hay en los dormitorios de Sijena es un lecho de cantos rodados limpios, no tierra natural.

  1. La sala no es accesible para discapacitados.

La sala es accesible desde otros puntos. En todo caso, hay un proyecto para la instalación de un ascensor y esperamos que se ejecute pronto. No le damos importancia en relación con la conservación de las obras.

  1. Uno tiene que estar en silencio porque hay clausura.

La clausura no afecta a las zonas gestionadas por el Gobierno de Aragón.

  1. Muchas estanterías están vacías.

Dejarán de estarlo cuando lleguen los bienes que faltan.

  1. Hay estanterías que contienen materiales de diferente tipo.

Se trata de casos puntuales. Desconocemos si esto tiene importancia en estos casos puntuales. Si la tiene, el Gobierno de Aragón debería proceder a su solución, lo que es muy fácil.

  1. No hay un elemento neutro entre el objeto y el soporte.

Se trata de casos puntuales. Desconocemos si esto tiene importancia en estos casos puntuales. Si la tiene, el Gobierno de Aragón debería proceder a su solución, lo que es muy fácil.

  1. Hay focos potentes que iluminan las piezas y que, aunque se apaguen, pueden dañar las piezas.

Desconocemos las circunstancias que rodean este punto. Si no es correcta esa iluminación, el Gobierno de Aragón debería tomar medidas. En todo caso se trataría de algo preocupante en una instalación definitiva, no en una instalación provisional.

  1. No se puede acceder a la palmera de Sijena.

Ojalá pronto pueda accederse. No tiene la más mínima importancia en lo relativo a la conservación de las piezas.

  1. El claustro está ruinoso.

Claro. Es lo que pasa tras un incendio y décadas de abandono. Las ruinas del claustro están saneadas. Es intención del Gobierno de Aragón, tras el seminario de expertos celebrado en 2000, mantener por ahora las ruinas. Es una decisión respetable.

  1. El estado del claustro es fruto de los diversos intentos por drenarlo. A veces se inunda, lo que puede dañar las pinturas de la sala capitular.

El claustro tuvo problemas de humedades. La intervención de Pemán y Franco hace ya unos años solucionó dicho problema. Desde luego, hoy no se inunda.

  1. En la sala capitular se ha utilizado el hormigón, “un atentado en toda regla contra los murales”.

El hormigón ha sido utilizado puntualmente en la estructura superior, en un espacio que estará en otro compartimento cuando se coloque el techo bajo. Pero estamos ansiosos por saber de qué están hechos el MNAC y el Museu de Lleida. A ver si van a ser de adobe.

En conclusión: nos parece que el Gobierno de Aragón, en relación con la conservación de las piezas, debería considerar los puntos 1, 5, 6, 10, 11 y 12. Los 5 últimos son de la más fácil solución y, además, creemos que serían cuestiones graves si se tratase de una instalación definitiva. El único punto que nos genera inquietud es el de la climatización de la sala capitular. Esperemos que el Gobierno de Aragón o técnicos independientes ofrezcan alguna explicación al respecto.

Dicho todo lo cual: aquí unos datos sobre conservación de las obras de Sijena en su estancia en el MNAC que al parecer no le importan ni a Maria Palau, ni a Natalia Farré ni a José Ángel Montañés, tan escandalizados con el monasterio. A ver qué les parece.

  1. Dos de las piezas de Sijena no se pueden ver, ni en Sijena ni en el MNAC. Porque el MNAC perdió dos frontales de altar de damasco de mediados del siglo XVIII. Se desconoce su paradero.

  2. El MNAC perdió por robo uno de los principales bienes de Sijena, el portapaz o relicario de la Túnica de Cristo. El robo fue posible por las escasas medidas de seguridad y la investigación fue tardía y una chapuza. (A José Ángel Montañés sí que le interesó este asunto y publicó un artículo al respecto).

  3. En el MNAC una gran losa del siglo XIV con tres escudos nobiliarios sufrió un deterioro que la ha dejado irreconocible. El propio MNAC, en la justificación ante la Sindicatura de Comptes por la gran cantidad de obras sin localizar (ese es otro tema), expuso lo siguiente:

    Es tracta d’un relleu de pedra que per causes desconegudes va patir un ràpid procès de deteriorament que va portar al Museu a plantejar-se la possibilitat de donar-la de baixa a l’inventari, a causa del seu mal estat. La peça va ser trasllada a l’exterior de l’edifici, ja que per les característiques de la degradació (la pedra es desintegrava en sorra) podia posar en risc altres peces de la reserva. Des del seu trasllat a l’exterior, el procés de degradació s’ha aturat, i la peça està pendent d’un anàlisi en profunditat per investigar les causes del procés. La peça està localitzada en un espai exterior, dins el perímetre del Museu”. Como lo oyen.

  4. Hasta la década de los años 90 las pinturas murales de Sijena en la reserva ni se catalogaron ni se registraron, lo que arroja tremenda sombra sobre el asunto.

  5. Hasta la década de los años 90 el estado de conservación de la pintura mural románica y de las pinturas de Sijena en concreto era malo. Un informe de 1994 afirmaba:

    “Hacemos una mención especial de las obras que presentan graves problemas de conservación: arcos de Cardona, arcos de Sijena y un fragmento de pintura de San Pedro de Arlanza. Estas presentan levantamientos de película pictórica con peligro de pérdidas de color, formaciones de hongos, sales y una gran acumulación de polvo y suciedad sobre la película pictórica”. Marisancho Menjón, historiadora autora del blog de donde hemos tomado este fragmento, recoge de otros informes del MNAC: “abundante “suciedad, mugre, polvo y excrementos de paloma y de rata”, debida al “pobre estado de conservación del edificio”. Este último, por “las numerosas aberturas y grietas” que presentaba, permitía “el paso de pájaros y roedores que anidan muchas veces directamente en el interior de los ábsides”. Finalmente, destacaban que “la mayoría de los daños detectados tanto en los soportes como en las capas pictóricas y resto de materiales” habían sido provocados por “la humedad relativa elevada y los cambios bruscos de ésta”, así como, en los últimos años, “por el incremento constante de la contaminación atmosférica”. Y todo ello, en conjunto, por “la ausencia total de sistemas de control del clima desde la fundación del MAC”

Cosas de estas (graves) pasan en todas partes, y es bueno que todas las administraciones trabajen por que dejen de suceder. Pero lo que no vale, si se quiere ser riguroso, es exponer únicamente los hechos que sirven a una posición partidista y obviar todos los demás. Porque la ciudadanía merece información rigurosa y honesta, y lo que no merece es que con un discurso plagado de medias verdades se alimente un odio absurdo que no le hace bien a nadie.


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